viernes, 26 de abril de 2013

Si puedes



Hola de nuevo
La historia de esta semana:

Nadie se lo dijo
Había una vez dos niños que patinaban sobre una laguna helada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación. De pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua, quedando atrapado. El otro niño, viendo que su amigo se ahogaba bajo el hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró romper la helada capa, agarró a su amigo y lo salvó.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaban cómo lo hizo, pues el hielo era muy grueso.
-Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas -afirmaban.
En ese instante apareció un anciano y dijo: -Yo sé cómo lo hizo.
-¿Cómo?
-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Hasta aquí la historia. Entre las posibles ideas que sugiere es la de revisar las opiniones de los demás como fuente para definirnos. Muchas veces actuamos en función de los demás y desoímos esa voz interior de quien mejor te conoce. En positivo. Crear los objetivos y luchar por ellos con toda la fuerza de nuestro corazón. Porque son mis objetivos y porque creo en ellos.
Me recuerda la película En busca de la felicidad este fragmento:

Un abrazo y hasta la próxima.
Iñigo 

sábado, 20 de abril de 2013

Dentro de tí

Buenas.
Otras historia para reflexionar del libro Aplícate el Cuento de Jaume Soler, M. Mercé Conangla. Amat editorial. Barcelona, 2004.


El enemigo está dentro de ti

Había una vez un monje que en todo momento buscaba la perfección. No soportaba la menor imperfección en los cánticos religiosos; una arruga en la ropa; un plato mal lavado; una palabra mal dicha; un error o equivocación por insignificante que fuera. Le resultaba intolerable si algún compañero bostezaba en los oficios religiosos o si veía una mota de polvo en los bancos de la iglesia.

Sufría mucho con sus compañeros en el monasterio y, convencido de que allí no le iba a ser posible encontrar la perfección, pidió permiso al abad para irse a vivir completamente solo. Se llevó lo imprescindible: algunas ropas, sus libros de rezos y un cántaro para llenarlo con agua del río.

Eligió como morada un lugar muy bello y pasó la noche en oración. Cuando amaneció, se despertaron los pájaros y flores y pensó, agradecido, que allí sí, por fin, encontraría la perfección deseada.

A media mañana tuvo sed, fue al río a buscar agua y, al cargar el cántaro, se le derramó un poco de su contenido. No aceptó esa mínima imperfección, arrojó el agua con despecho y se le mojaron y enfangaron los pies con el polvo del camino. Volvió a tomar agua y de nuevo se le derramó. Repitió la operación con cierta inquietud, y a la tercera vez, lleno de cólera, quebró el cántaro.

-La causa de mi cólera no está en los demás -pensó al calmarse-. El enemigo está aquí adentro.

Regresó al monasterio, pidió perdón y desde aquel día, empezó a ver con ojos nuevos y cariñosos a sus compañeros.

Bueno esta es la historia que nos indica donde esta el enemigo  donde está el problema y también su otra cara. Donde está el amigo y donde esta la solución. Mirar dentro para conocernos, mirar dentro para crecer y mejorar. Ese es nuestro margen de acción. ¿Que nos molesta de los demás?. Quizás sea algo que tiene que ver conmigo y en mi interior tendré que encontrar el camino de mejora. Si quiero cambiar.

Un abrazo 
Iñigo

viernes, 12 de abril de 2013

Cada acción cuenta

Buenas. 
La historia de esta semana la tenéis en el libro Aplícate el cuento de Jaume Soler y M. Mercé Conangla. Y dice así:


Cada acción es importante
Se cuenta que había una vez un escritor que vivía en una tranquila playa, cerca de un pueblo de pescadores. Todas las mañanas andaba por la orilla del mar para inspirarse, y por las tardes, se quedaba en casa escribiendo.
Un día caminando por la playa, vio a un joven que se dedicaba a recoger las estrellas de mar que había en la arena y, una por una, las iba devolviendo al mar.
-¿Por qué haces esto? - preguntó el escritor.
-¿No se da cuenta? - dijo el joven - La mar está baja y el sol brilla. Las estrellas se secarán y morirán si las dejo en la arena.
-Joven, hay miles de kilómetros de costa en este mundo, y centenares de miles de estrellas de mar repartidas por las playas. ¿Piensas acaso que vas a conseguir algo? Tú sólo retornas unas cuantas estrellas al océano. Sea como sea, la mayoría morirán.
El joven cogió otra estrella de la arena, la lanzó de retorno al mar, miró al escritor y le dijo:
- Por lo menos, habrá valido la pena para esta estrella.
Aquella noche el escritor no durmió ni consiguió escribir nada. A primera hora de la mañana se dirigió a la playa, se reunió con el joven y los dos juntos continuaron devolviendo estrellas de mar al océano.

Interesante historia para movernos al compromiso sobre todo en estos tiempos. Aun en la duda de si sirve para algo debemos comprometernos y aportar nuestro granito, esa acción que nos ayuda a mejorarnos y a mejorar esta sociedad. En la convicción de que siempre es útil  aunque sea para esa estrella que hemos recuperado. 

Un abrazo y a seguir lanzando estrellas al mar. 
Iñigo.

viernes, 5 de abril de 2013

Barriendo


Buenas otra vez.
Una pequeña historia de Michael Ende con una gran lección.

El barrendero
Momo tenía un amigo, Beppo Barrendero, que vivía en una casita que él mismo se había construido con ladrillos, latas de desecho, y cartones.
Cuando a Beppo Barrendero le preguntaban algo se limitaba a sonreír amablemente, y no contestaba. Simplemente pensaba. Y, cuando creía que una respuesta era innecesaria, se callaba. Pero, cuando la creía necesaria, la pensaba mucho. A veces tardaba dos horas en contestar, pero otras tardaba todo un día. Mientras tanto, la otra persona había olvidado su propia pregunta, por lo que la respuesta de Beppo le sorprendía casi siempre.

Cuando Beppo barría las calles, lo hacía despaciosamente, pero con constancia. Mientras iba barriendo, con la calle sucia ante sí y limpia detrás de sí, se le iban ocurriendo multitud de pensamientos, que luego le explicaba a su amiga Momo: "Ves, Momo, a veces tienes ante ti una calle que te parece terriblemente larga que nunca podrás terminar de barrer. 

Entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle sigue igual de larga. Y te esfuerzas más aún, empiezas a tener miedo, al final te has quedado sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. 

Así no se debe hacer. Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Entonces es divertido: eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, y no se queda sin aliento.
Eso es importante.

Interesante. ¿A que si?. Una buena forma de actuar. Paso a paso. Concentrarnos en la siguiente acción y motivarnos en ella. En esa pequeña barrida. Y así poco a poco nos vamos dando cuenta de que estamos mas cerca del objetivo final. En la construcción de mi catedral hoy me concentraré en el ladrillo que tengo que poner hoy. Es más divertido y así se hace bien la tarea.

Un abrazo y buena semana.
Iñigo