sábado, 6 de octubre de 2012

Vivir con soltura


Buenas de nuevo.
Esta semana no hemos leído pero hemos hablado mucho, nos hemos ayudado con herramientas para afrontar situaciones difíciles. Dando vueltas me he acordado de un estupendo pequeño artículo de Arantza Furundarena que salió en El Correo hace un tiempo en la sección El candelabro. Dice así.

Soltura

Creo que fue el actor Manuel Manquiña el que una vez en mitad de una entrevista de pronto afirmó: «Hay que vivir con soltura». De esto hace mucho, mucho tiempo. Manquiña (a menos que fuese un primo suyo y yo los haya mezclado en mi imperfecta memoria) se dedicaba al teatro de arte y ensayo, y esta periodista entrevistaba entonces a esa clase de actores alternativos. No recuerdo absolutamente nada más de aquel encuentro. Solo la frase que ya he referido: «Hay que vivir con soltura». Desde entonces, es mi 'Hakuna Matata'. Hay que vivir con soltura... Prueben a pronunciarla cuando la vida cotidiana empieza a alcanzar ese grado de rigidez que amenaza con dejarnos contraídos, retraídos, revenidos y hasta medio necrosados. Si piensan en los efectos de la crisis actual, seguro que saben a qué me refiero. Pues nada, justo ahí, sacudan los hombros y suelten la coraza, porque hay que vivir con soltura. Lo pensé el martes por la noche, mientras veía en la tele 'Españoles en el mundo'. Sobre todo, la parte que hablaba de Senegal, porque para soltura... la de algunos africanos. «Los europeos tenemos los relojes, pero ellos tienen el tiempo», sentenció con mucha razón una expatriada. La frase de Manquiña (o la de su primo) también vino a mi memoria mientras entrevistaba a Albert Casals, el chaval del pelo azul que desde hace seis años recorre el mundo en silla de ruedas y sin dinero. Sigue vivo. Y parece feliz. Porque el mundo es ancho, pero no necesariamente ajeno, y la vida cuando se vive con soltura parece que hasta te sonríe más. Sí, ya sé lo que me van a decir... Que esta teoría está muy bien para gente como Jesulín de Ubrique, que dice tener el futuro asegurado para él y sus descendientes. Pero qué va, a veces cuanto menos se tiene más ligero se camina. Nuestro problema precisamente es que (entre obligaciones, deudas y posesiones) la maleta nos pesa demasiado. ¿Que la crisis nos deja sin equipaje? Pues a vivir con soltura... Total, la vida son cuatro días y nadie sale vivo de ella.

Precioso verdad. Me encanta la propuesta. Vamos a despojarnos de las tensiones y seriedades y a vivir con soltura. Vivir con soltura. Me gusta.
Abrazos 
Iñigo

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