Vamos a empezar el año apostando por la sencillez, por lo simple.
Quitar ruido, la vida es sencilla, no la compliquemos. Si puedes explicarlo en una línea no lo hagas en dos.
La realidad es simple. Minimizar accesorios, eliminar distracciones, tirar lo que no sirve lo que sobra. Además de práctico lo simple y sencillo también es bello.
Apostemos este año por simplificar. Aquí va una historia que nos inspira en esta línea.
Lo accesorio.
Adentrado en el desierto, un hombre perdió el sentido de la orientación y se extravió. De aquí para allá, bajo un sol implacable, no lograba encontrar la dirección correcta. Exhausto, se desplomó sobre la arena abrasadora. De pronto divisó una caravana a lo lejos. Con las pocas fuerzas que le quedaban, casi al borde de la muerte, sediento, gritó para que lo auxiliaran. Varios miembros de la caravana se acercaron a socorrerle. Estaba al borde de la agonía. Lo rodearon, le miraron con curiosidad y escucharon el ruego procedente de su hilo de voz.
- ¡Agua, dadme agua, por el amor de Dios!
Los caravaneros comenzaron a preguntarse cómo querría aquél hombre que le sirvieran el agua. ¿En una copa de cristal? ¿En un vaso de metal o de loza? ¿Tal vez directamente del pellejo? Y cada uno daba su opinión, comentaba y replicaba, hasta que el hombre murió.
¿Cuántas veces dedicamos nuestra energía a detalles insignificantes, en lugar de orientarla hacia lo que de verdad se necesita?
Aquí va otra imagen que puesta por no complicarnos la vida:
Abrazos
Iñigo


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