jueves, 10 de marzo de 2011

¿Hacia donde navegamos?

Buenas de nuevo otra semana.

Hoy nuestra lectura ha sido la siguiente sacada del Blog de Unai Benito Con P de persona:

Para un barco que no tiene puerto cualquier viento es bueno
Empezar con un fin en mente significa saber adonde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta.

Resulta increíblemente fácil caer en la trampa de la actividad, en el ajetreo de la vida, trabajar cada vez más para trepar por la escalera del éxito. Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada paso que demos no hará más que acercarnos antes al lugar erróneo. Podemos estar muy atareados, podemos ser muy eficientes, pero sólo seremos también verdaderamente efectivos cuando empecemos con un fin en mente.

Personas pertenecientes a todos los trabajos (médicos, académicos, actores, políticos, ejecutivos, atletas y fontaneros) a menudo luchan por lograr ingresos más altos, más reconocimiento o un cierto grado de competencia profesional, sólo para descubrir que su ansiedad por alcanzar la meta les ha privado de cosas que realmente importan y que ya han quedado fuera de sus posibilidades.

El hábito de «empezar con un fin en mente» se basa en el principio de que todas las cosas se crean dos veces. Siempre hay primero una creación mental, y luego una creación física. La regla del carpintero es «medir dos veces antes de cortar una».

Hacia donde nos dirigimos. Responder a esta pregunta es fundamental para alinear las acciones que hoy hago y que se orienten al puerto al que quiero llegar. ¿quiero rehabilitarme?, ¿es ese mi objetivo de verdad?, lo que hago hoy ¿me aleja o me acerca al mismo?, ¿que puedo hacer mañana que me ayude a dar un paso más para conseguirlo? ¿las personas con las que me relaciono ¿me ayudan a conseguirlo?. Muchas preguntas pero solo una idea muy simple. Mantener mi objetivo en la mente como forma de dar coherencia y significado a las acciones que voy a hacer hoy.
Mucho animo y desplegar las velas en función del viento para llegar a nuestro puerto. Merece la pena la travesía.
Un abrazo
Iñigo

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